27 de enero de 2013
Organizaciones sociales y populares de América y Europa, reunidas en el marco
de la Cumbre de los Pueblos, a raíz de la Cumbre CELAC-Unión Europea
registramos el hecho de que es la primera vez que los países de América Latina
y el Caribe se presentan de manera conjunta a través de la CELAC ante la Unión
Europea (UE). No obstante, paradójicamente, el título de la cumbre es "Alianza
para el desarrollo sustentable, promoviendo las inversiones de calidad social
y ambiental".
No cabe duda que la cumbre gubernamental ha estado marcada por la dramática
crisis que enfrenta Europa y la posición de América Latina ante ella. En 2012
la economía europea entró en una nueva recesión que pone en evidencia que las
soluciones neoliberales –las políticas de austeridad- han fracasado
estrepitosamente, impidiendo una eventual recuperación económica. De allí la
imperiosa ‘necesidad’ para la Unión Europea de conseguir mercados externos
para sus exportaciones e inversiones, a lo cual nuevos acuerdos con países
latinoamericanos, o la profundización de los actuales, pueden ayudar.
Si los capitales europeos tuvieran alguna ‘responsabilidad social’ deberían
primero invertir en sus propios países y no dejar tras su huida al exterior a
más de 26 millones de personas sin trabajo. Como latinoamericanos nos
solidarizamos con estos trabajadores y trabajadoras así como con quienes ven
reducir sus salarios o sufren la precarización de sus pensiones. En definitiva
nos solidarizamos con todos los que no cuentan con ‘certeza jurídica’ para
proteger sus derechos ciudadanos mientras que las multinacionales piden
“seguridad jurídica¨ para sus inversiones y consagran en la Unión Europea la
austeridad como principio constitucional mediante el llamado Pacto Fiscal.
También mostramos nuestra preocupación por las medidas antidemocráticas
impuestas por las autoridades de la zona, que tienen una peligrosa tendencia
hacia soluciones autoritarias. Rechazamos los ‘golpes de Estado blandos’ que
desplazan jefes de gobierno elegidos democráticamente, por ‘tecnócratas’ que
dan plena confianza a los ‘mercados’ o mafias financieras.
Paradójicamente, las empresas europeas siguen siendo las mayores
inversionistas en la región y en años recientes se han concentrado en la
explotación de recursos naturales, especialmente en minería y servicios. De
esta forma, más allá de la retórica contra la ‘reprimarización’ lo que hacen
es aumentar de forma extraordinaria la repatriación de utilidades hacia las
casas matrices. Por si fuera poco, en esta cumbre han pedido “más garantías a
las inversiones europeas, para poner fin al clima de desconfianza generado con
las expropiaciones realizadas el pasado año por Bolivia y Argentina”.
En un escenario de decadencia europea, la relación económica entre la UE y
América Latina se ha visto fuertemente deteriorada. A pesar de que los países
de la región lograron evitar en gran medida los peores efectos de la crisis
mundial en los años 2008 y 2009, las turbulencias de la eurozona pueden ser en
la actualidad una causa central de su desaceleración e inestabilidad
económica. Las implicancias de este escenario para las naciones
latinoamericanas son claras.
La CELAC, junto a la Unasur y el Alba, con todas sus dificultades, están
intentando establecer nuevas prioridades como son el progresivo y difícil
desplazamiento del énfasis mercantilista que había predominado en todos los
esquemas de acuerdos comerciales; la mayor atención hacia las asimetrías
económicas y sociales estructurales entre los participantes; la incorporación
de objetivos vinculados al desarrollo social; la inclusión de temas
ambientales; los intereses por construir una identidad comunitaria; los
énfasis en la democracia como contexto y como práctica interna de
funcionamiento; la apertura hacia la participación de la sociedad en la
definición de los rumbos y contenidos de la integración; y el avance hacia
proyectos de cooperación de apoyo a la integración en áreas clave, como son la
cooperación monetaria y financiera, la seguridad y soberanía alimentaria y
cooperación energética, entre otras. El éxito de estos procesos requiere que
se den pasos significativos para promover la participación de las
organizaciones sociales y civiles, creando mecanismos adecuados para ello.
Ello no significa, por cierto, negarse a la negociación de acuerdos
comerciales pero regidos por la reciprocidad, complementariedad y solidaridad
enfatizando los acuerdos Sur-Sur la cooperación y la complementación
económica, tratando de evitar la reproducción del esquema centro-periferia.
Mientras que los acuerdos Sur-Sur a nivel regional/sub-regional deben
entenderse como acuerdos de integración y como la consolidación de la propia
CELAC así como de la Unasur y el Alba. Asimismo debe respaldarse la agenda de
integración si se construye democráticamente desde los países que buscan
nuevas reglas para establecer un ‘equilibrio mundial multipolar’.
Por otro lado, no solo se trata de reconocer en los acuerdos el ‘Trato
Especial y Diferenciado’ o el llamado ‘espacio de política’ que permita a los
gobiernos latinoamericanos tener soberanía sobre la economía (especialmente
sobre los flujos financieros y de inversión extranjera directa); sino además
respetar la soberanía democrática. Ya no puede haber negociaciones secretas,
sin participación de la ciudadanía y sus organizaciones, que impida la futura
rendición de cuentas.
Por último, los países latinoamericanos que son fundamentalmente exportadores
de materias primas, deben una vez por todas tomar consciencia que este modelo
primario-exportador ha estado sustentado en una creciente precariedad laboral
y medioambiental. En toda América Latina debería desarrollarse un conjunto de
políticas directas, explícitas y transparentes que asuman como base vinculante
los imperativos del desarrollo sostenible, en lugar de la actual estructura de
instrumentos opacos -como en la UE- que se supone actúan indirectamente a
través de los mecanismos de mercado.
La nueva situación exige un replanteamiento fundamental de las relaciones UE-
ALC y un fortalecimiento de los mecanismos autónomos de integración. Se
precisa el respeto a la soberanía y el respeto a los derechos de los pueblos.
La colonización de las Malvinas, la intervención en Haití, la interferencia en
asuntos internos de países como Argentina, Bolivia y Venezuela, son
inaceptables. La integración latinoamericana y Caribeña debe basarse en los
derechos de la población, la aplicación de políticas sociales efectivas que
tengan en cuenta en especial, los pueblos indígenas y las mujeres.
Retomando la declaración de organizaciones sindicales y otros importantes
movimientos sociales:
*Rechazamos el modelo actual de las relaciones entre UE y CELAC que responde
solo a los intereses de las grandes corporaciones y que pretende profundizar
el ya fracasado esquema de libre comercio.
* Nos manifestamos por abandonar los TLC y TBI.
* Exigimos otra salida a la crisis diferente a la neoliberal que beneficia
sólo al capital financiero en desmedro de la población trabajadora.
*Instamos a los gobiernos latinoamericanos y del caribe a desistir del apoyo a
las corporaciones mineras que ofrecen un falso desarrollo y vulneran los más
elementales derechos de las comunidades y los pueblos.
*Instamos a los gobiernos latinoamericanos y del caribe a transitar hacia un
modelo económico y social post extractivista, basado en el pleno
reconocimiento de todos los derechos colectivos, laborales, de las mujeres, de
los pueblos originarios y comunidades y de la madre tierra. En el centro de
este modelo debe encontrarse la búsqueda y garantía de la plena soberanía
alimentaria.
*Luchamos por una integración solidaria de América Latina y el Caribe libre de
toda forma de colonialismo. Llamamos a resolver definitivamente todos los
conflictos derivados de ocupaciones e intervenciones inaceptables como en los
casos del bloqueo a Cuba, Guantánamo, Haití, Malvinas, Puerto Rico, entre
otros y a resolver por la vía del diálogo el derecho del pueblo boliviano a
una salida soberana al mar y solidarizarnos con el pueblo de Paraguay que
sufrio lo que se ha llamado un “golpe parlamentario, así como condenar la
militarización la instalación de bases militares extranjeras y la
criminalización de la protesta social .
*Llamamos a los pueblos de ambos continentes a redoblar sus lazos de
solidaridad, fortalecer las luchas contra el neoliberalismo e impedir que la
crisis se descargue sobre ellos.
Suscriben:
Alianza Social Continental
Acción, Asociación Chilena de ONG.
Mesa de Articulación de Asociaciones Nacionales y Redes de ONG de América
Latina
Mesa Social por un Chile Justo
Latindadd
Central Unitaria de Trabajadores de Chile
Plataforma Interamericana de Derechos Humano, Democracia y Desarrollo
Organizaciones sociales y populares de América y Europa, reunidas en el marco
de la Cumbre de los Pueblos, a raíz de la Cumbre CELAC-Unión Europea
registramos el hecho de que es la primera vez que los países de América Latina
y el Caribe se presentan de manera conjunta a través de la CELAC ante la Unión
Europea (UE). No obstante, paradójicamente, el título de la cumbre es "Alianza
para el desarrollo sustentable, promoviendo las inversiones de calidad social
y ambiental".
No cabe duda que la cumbre gubernamental ha estado marcada por la dramática
crisis que enfrenta Europa y la posición de América Latina ante ella. En 2012
la economía europea entró en una nueva recesión que pone en evidencia que las
soluciones neoliberales –las políticas de austeridad- han fracasado
estrepitosamente, impidiendo una eventual recuperación económica. De allí la
imperiosa ‘necesidad’ para la Unión Europea de conseguir mercados externos
para sus exportaciones e inversiones, a lo cual nuevos acuerdos con países
latinoamericanos, o la profundización de los actuales, pueden ayudar.
Si los capitales europeos tuvieran alguna ‘responsabilidad social’ deberían
primero invertir en sus propios países y no dejar tras su huida al exterior a
más de 26 millones de personas sin trabajo. Como latinoamericanos nos
solidarizamos con estos trabajadores y trabajadoras así como con quienes ven
reducir sus salarios o sufren la precarización de sus pensiones. En definitiva
nos solidarizamos con todos los que no cuentan con ‘certeza jurídica’ para
proteger sus derechos ciudadanos mientras que las multinacionales piden
“seguridad jurídica¨ para sus inversiones y consagran en la Unión Europea la
austeridad como principio constitucional mediante el llamado Pacto Fiscal.
También mostramos nuestra preocupación por las medidas antidemocráticas
impuestas por las autoridades de la zona, que tienen una peligrosa tendencia
hacia soluciones autoritarias. Rechazamos los ‘golpes de Estado blandos’ que
desplazan jefes de gobierno elegidos democráticamente, por ‘tecnócratas’ que
dan plena confianza a los ‘mercados’ o mafias financieras.
Paradójicamente, las empresas europeas siguen siendo las mayores
inversionistas en la región y en años recientes se han concentrado en la
explotación de recursos naturales, especialmente en minería y servicios. De
esta forma, más allá de la retórica contra la ‘reprimarización’ lo que hacen
es aumentar de forma extraordinaria la repatriación de utilidades hacia las
casas matrices. Por si fuera poco, en esta cumbre han pedido “más garantías a
las inversiones europeas, para poner fin al clima de desconfianza generado con
las expropiaciones realizadas el pasado año por Bolivia y Argentina”.
En un escenario de decadencia europea, la relación económica entre la UE y
América Latina se ha visto fuertemente deteriorada. A pesar de que los países
de la región lograron evitar en gran medida los peores efectos de la crisis
mundial en los años 2008 y 2009, las turbulencias de la eurozona pueden ser en
la actualidad una causa central de su desaceleración e inestabilidad
económica. Las implicancias de este escenario para las naciones
latinoamericanas son claras.
La CELAC, junto a la Unasur y el Alba, con todas sus dificultades, están
intentando establecer nuevas prioridades como son el progresivo y difícil
desplazamiento del énfasis mercantilista que había predominado en todos los
esquemas de acuerdos comerciales; la mayor atención hacia las asimetrías
económicas y sociales estructurales entre los participantes; la incorporación
de objetivos vinculados al desarrollo social; la inclusión de temas
ambientales; los intereses por construir una identidad comunitaria; los
énfasis en la democracia como contexto y como práctica interna de
funcionamiento; la apertura hacia la participación de la sociedad en la
definición de los rumbos y contenidos de la integración; y el avance hacia
proyectos de cooperación de apoyo a la integración en áreas clave, como son la
cooperación monetaria y financiera, la seguridad y soberanía alimentaria y
cooperación energética, entre otras. El éxito de estos procesos requiere que
se den pasos significativos para promover la participación de las
organizaciones sociales y civiles, creando mecanismos adecuados para ello.
Ello no significa, por cierto, negarse a la negociación de acuerdos
comerciales pero regidos por la reciprocidad, complementariedad y solidaridad
enfatizando los acuerdos Sur-Sur la cooperación y la complementación
económica, tratando de evitar la reproducción del esquema centro-periferia.
Mientras que los acuerdos Sur-Sur a nivel regional/sub-regional deben
entenderse como acuerdos de integración y como la consolidación de la propia
CELAC así como de la Unasur y el Alba. Asimismo debe respaldarse la agenda de
integración si se construye democráticamente desde los países que buscan
nuevas reglas para establecer un ‘equilibrio mundial multipolar’.
Por otro lado, no solo se trata de reconocer en los acuerdos el ‘Trato
Especial y Diferenciado’ o el llamado ‘espacio de política’ que permita a los
gobiernos latinoamericanos tener soberanía sobre la economía (especialmente
sobre los flujos financieros y de inversión extranjera directa); sino además
respetar la soberanía democrática. Ya no puede haber negociaciones secretas,
sin participación de la ciudadanía y sus organizaciones, que impida la futura
rendición de cuentas.
Por último, los países latinoamericanos que son fundamentalmente exportadores
de materias primas, deben una vez por todas tomar consciencia que este modelo
primario-exportador ha estado sustentado en una creciente precariedad laboral
y medioambiental. En toda América Latina debería desarrollarse un conjunto de
políticas directas, explícitas y transparentes que asuman como base vinculante
los imperativos del desarrollo sostenible, en lugar de la actual estructura de
instrumentos opacos -como en la UE- que se supone actúan indirectamente a
través de los mecanismos de mercado.
La nueva situación exige un replanteamiento fundamental de las relaciones UE-
ALC y un fortalecimiento de los mecanismos autónomos de integración. Se
precisa el respeto a la soberanía y el respeto a los derechos de los pueblos.
La colonización de las Malvinas, la intervención en Haití, la interferencia en
asuntos internos de países como Argentina, Bolivia y Venezuela, son
inaceptables. La integración latinoamericana y Caribeña debe basarse en los
derechos de la población, la aplicación de políticas sociales efectivas que
tengan en cuenta en especial, los pueblos indígenas y las mujeres.
Retomando la declaración de organizaciones sindicales y otros importantes
movimientos sociales:
*Rechazamos el modelo actual de las relaciones entre UE y CELAC que responde
solo a los intereses de las grandes corporaciones y que pretende profundizar
el ya fracasado esquema de libre comercio.
* Nos manifestamos por abandonar los TLC y TBI.
* Exigimos otra salida a la crisis diferente a la neoliberal que beneficia
sólo al capital financiero en desmedro de la población trabajadora.
*Instamos a los gobiernos latinoamericanos y del caribe a desistir del apoyo a
las corporaciones mineras que ofrecen un falso desarrollo y vulneran los más
elementales derechos de las comunidades y los pueblos.
*Instamos a los gobiernos latinoamericanos y del caribe a transitar hacia un
modelo económico y social post extractivista, basado en el pleno
reconocimiento de todos los derechos colectivos, laborales, de las mujeres, de
los pueblos originarios y comunidades y de la madre tierra. En el centro de
este modelo debe encontrarse la búsqueda y garantía de la plena soberanía
alimentaria.
*Luchamos por una integración solidaria de América Latina y el Caribe libre de
toda forma de colonialismo. Llamamos a resolver definitivamente todos los
conflictos derivados de ocupaciones e intervenciones inaceptables como en los
casos del bloqueo a Cuba, Guantánamo, Haití, Malvinas, Puerto Rico, entre
otros y a resolver por la vía del diálogo el derecho del pueblo boliviano a
una salida soberana al mar y solidarizarnos con el pueblo de Paraguay que
sufrio lo que se ha llamado un “golpe parlamentario, así como condenar la
militarización la instalación de bases militares extranjeras y la
criminalización de la protesta social .
*Llamamos a los pueblos de ambos continentes a redoblar sus lazos de
solidaridad, fortalecer las luchas contra el neoliberalismo e impedir que la
crisis se descargue sobre ellos.
Suscriben:
Alianza Social Continental
Acción, Asociación Chilena de ONG.
Mesa de Articulación de Asociaciones Nacionales y Redes de ONG de América
Latina
Mesa Social por un Chile Justo
Latindadd
Central Unitaria de Trabajadores de Chile
Plataforma Interamericana de Derechos Humano, Democracia y Desarrollo