¿Libre tránsito para la Nación? A propósito de la destitución del embajador costarricense en la República Bolivariana de Venezuela.
La destitución del Embajador de Costa Rica en la República Bolivariana de Venezuela, Federico Picado, no sólo es motivo de preocupación acerca de la dirección de Política Exterior de nuestro país, sino que nos motiva una reflexión sobre las relaciones que tiene Casa Presidencial con Tibás y estos hacia el “Norte”. Todo indica que la autoría intelectual del accionar del Gobierno se encuentra en Llorente y éste alineado estratégicamente a Pavas, es decir, a la “Embajada americana”.
El “acoso mediático” fue la principal queja de Luis Guillermo Solís en un artículo de opinión que fue publicado por La Nación el pasado 1ero de marzo. De acuerdo al presidente, los “aciertos” del Gobierno han sido opacados por el accionar irresponsable de la prensa nacional, así mismo, llamó a un debate alrededor de la ética periodística:
“No es quitarle cargas al Gobierno, es discutir sobre el papel que juega en democracia un medio que no dice toda la verdad, que tergiversa o que enteramente dice cosas falsas, eso es lo que reclamo, un debate sobre eso, y créanme que no se trata de echarle cargas indebidas a ningún medio en particular ni a ningún periodista en particular, pero ustedes saben lo que pasa en muchas de estas empresas y la línea editorial que están tirando, porque así como ustedes se enteran de cosas que pasan en el Gobierno, en el Gobierno también nos enteramos de cosas que pasan en los medios”.
Sin embargo, en menos de un mes, Solís nuevamente se doblega ante una demanda de La Nación.
La Nación -alineada a una de las mayores campañas de desinformación a nivel internacional y a favor del imperialismo estadounidense, califica a Venezuela como uno de los casos más alarmantes en lo que a violación de derechos humanos, inseguridad y autoritarismo se refiere-, publica una entrevista al entonces, Embajador de Costa Rica en República Bolivariana de Venezuela. Para La Nación Picado incurre en un gravísimo error: sus comentarios distan enormemente de la línea editorial de este medio, provocando así una especie de “cacería” en su contra y el Gobierno.
El paso de Picado por Caracas y su opinión, constata la agresiva campaña en contra del presidente Maduro y su gabinete que emprenden algunos medios: “En el pasado reciente, algunos medios, ante la inoperancia de los partidos y movimientos políticos de la oposición, se convirtieron en eso, en partidos políticos y pasaron del ejercicio informativo a la actitud realmente subversiva, en contra del orden constitucional vigente”. Esta denuncia (sobre la campaña en contra del legítimo proceso revolucionario en el hermano país del sur) ha sido reiteradamente planteada en distintas ocasiones por los gobiernos de Hugo Chávez y Nicolás Maduro, así como resulta evidente si hacemos el ejercicio en uno de los buscadores de internet. Predominan los medios de comunicación que critican desde argumentos ideológicos y poco comprobables el actuar del Gobierno venezolano.
Así mismo, volviendo a las opiniones de Picado, este reconoce que la población venezolana, sufre las consecuencias del desabastecimiento de bienes básicos y reconoce como válidas las acciones del Gobierno de Maduro para contrarrestar estas medidas producidas a lo interno del país, pero que se orquesta junto al apoyo de actores externos injerencistas. Además, problematiza aspectos económicos fundamentales para el país en el cono sur, como es su dependencia al petróleo, que generan un panorama más complicado para identificar soluciones a las demandas más inmediatas de las personas.
Ahora bien, en temas (Petrocaribe y ALBA) que conciernen a la dirección de la Política Exterior –es decir, al Presidente y Canciller de la República - o al menos la teoría así lo indica- el Embajador no emite opinión alguna. Respetando de esta forma la jerarquía que caracteriza a los servicios diplomáticos.
Por otro lado, se muestra respetuoso de la soberanía venezolana y no atiende a la pregunta tramposa, respecto a la privación de libertad de opositores a Maduro, acogiendo así el principio de la “NO injerencia en asuntos internos” del Derecho Internacional y Diplomático.
En esa misma línea, de acuerdo al principio de “reciprocidad” que rige las Relaciones Internacionales, se refiere a las medidas llevadas a cabo por el Gobierno Bolivariano como respuesta a las sanciones impuestas por Obama: “Para responder a las eventuales consecuencias políticas y económicas que se puedan derivar de la implementación de tal declaración, el presidente Nicolás Maduro, en mi opinión, y guardando términos de proporcionalidad frente a la gravedad de la declaración emitida por Obama, debe estar investido de capacidades extraordinarias para que, en Consejo de Ministros, dicte decretos con rango, valor y fuerza de ley, tal y como lo establece el artículo 2013 de la Constitución Política”.
Sin embargo, a pesar de que las declaraciones se encontraban dentro de la naturaleza de su trabajo, en un clima de resentimientos alarmistas producidos por sus declaraciones que apuntan a un panorama complejo y digno de reflexión, Picado el día 25 de marzo es destituido de la Embajada producto de la decisión del presidente Solís y el canciller Manuel González. El pecado cometido por el ex-embajador, de acuerdo a González fue: “ Manifestarse sobre asuntos de política exterior, sin la debida coordinación con la Cancillería, puede exponer al país situaciones incómodas, y por esa razón y en virtud de ese incumplimiento fue que tomamos esa decisión”.
Sin embargo, lo que no nos dicen los mandatarios es que en realidad esta decisión es una medida política bajo el pretexto de una presunta violación a las normas del derecho diplomático y el reglamento de Cancillería. Esto podemos concluirlo con una lectura detalla del contexto internacional en el que se encuentra inmersa América Latina, la política sistemática de Estados Unidos para la región y, claro está, la línea editorial “imperialista” de La Nación.
Esto se debe a que la llegada de Hugo Chávez significó un cambio importante en la correlación de fuerzas en América Latina y, por su puesto, en el Hemisferio. La República Bolivariana de Venezuela se distanció de Estados Unidos, inició una serie de reformas estructurales al Estado, a la Constitución Política, a las políticas sociales y, además, desarrolla un proceso de integración alternativo al propuesto por el norte opulento. El proceso es complejo, con muchas debilidades y potencialidades, que llaman a la crítica y reflexión; pero ante todo República Bolivariana de Venezuela es una amenaza al estatus quo y a la hegemonía estadounidense en América Latina, su acción despierta y acciona a la derecha internacional y regional.
Caso contrario ha sido Costa Rica, quién –históricamente- ha sido uno de los aliados más cercanos de Estados Unidos. El Gobierno “del cambio” fue claro con esta acción, en cuanto a Política Exterior -e Interna- no hay mayor distinción a la pregonada por el PLN, la Embajada Americana continúa siendo la Cancillería de la República y Luis Guillermo es complaciente a ella y al “acoso mediático”. Reutilizando las palabras de Picado, en Costa Rica la prensa de La Nación tiene “libre tránsito” a favor de la política tradicional y la élite político-económica.
Ditsö
27 de marzo 2015